miércoles, diciembre 02, 2009

Regalos Divinos 2.0

A finales del 2005 escribí una reflexión sobre lo que aprendí y recibí durante dicho año.

Este año, también ha sido de mucho aprendizaje. También ha sido sombrío. También ha habido alejamientos... pero me faltan las definiciones. Y es que uno de mis aprendizajes este año ha sido que "el control es ilusorio". Parece que mientras más se desea controlar el resultado de una acción, más se escapa todo de las manos. He dejado de pensar que el futuro es manejable. Estoy intentando dejarme llevar por la corriente, disfrutar del paisaje y alegrarme cuando llegue a destino.

Este año no me desilusioné de otros. Me desilusioné de mi misma. Me dejé llevar por voces ajenas, y dejé de lado a quien más amo sólo por inseguridad y por el afán de conseguir estabilidad y bienestar económico. Tanto trabajo me consumió y si hay resentimiento en mis palabras es hacia mí, cuando pienso en que lo que perdí fue por algo que no valía realmente esa pena.

Si hay algo de lo que me siento orgullosa, es de mi capacidad de aprender de mis propios errores. Hoy soy mucho más autoconciente. No quiero ser la mártir que resiente que no se aprecie su esfuerzo, y mucho menos culpar a otros por eso. Y es muy difícil porque me crié con ese modelo, pero como hoy "me doy cuenta", puedo salir de eso. Estoy aprendiendo a dar y amar de verdad, dejando en libertad y actuando de corazón sin esperar nada a cambio. Porque no quiero convertirme en un mendigo, ya que así como las cosas buenas y las personas significativas han llegado a mi vida totalmente de imprevisto... sé que la vida volverá a sorprenderme tal como lo ha hecho antes.


Estoy cansada. Pero nada de lo ocurrido ha sido en vano.

Y qué más quisiera yo que esta Navidad trajera a mi vida el regalo del Valor, la Oportunidad y la Aventura. Porque ya recibí el regalo del Aprendizaje, la Paciencia y la Maduración. Y volver a tener en mis manos la llave que un día me permitió el acceso a una nueva vida y desaproveché por haber tenido miedo de crecer. Y volver a escuchar esa música en mi corazón, cuando no hay más que respiraciones y latidos al unísono.

Ya vendrá. Aún no es el momento. Los regalos son más lindos cuando son sorpresa, ...como la vida misma.



lunes, noviembre 23, 2009

Desde el borde hacia el vacío...

Mi corazón late fuerte, mi respiración entrecortada, zumbido en los oídos, todo va rápido, todo da vueltas... Estoy de pie en el borde del abismo y estoy muy asustada. Es el miedo a lo desconocido, y que nada de lo que he vivido me prepara para lo que me toca vivir ahora. Aún así, es estimulante, de vencer ese miedo dependen tantas cosas y esta batalla hay que darla con la vista al frente y sin escudos.

Cómo no voy a sentir temor, si estoy mirando un vacío al cual debo saltar para volver a mi hogar. Aunque todos los días duermo, no descanso. Porque solamente puedo alcanzar un sueño profundo y reparador en ese abrazo, en ese hogar y en esa cama. Pero hoy ese abrazo es mezquino, ese hogar está sucio, y saber que no soy yo quien puede limpiarlo, es frustrante. Pero sentir que en esa cama hay amor, y está enmarañado, es aterrador.

¿Qué hago entonces? Ignorar el vértigo y lanzarme al vacío. Tengo que hacerlo.

Es extraño aprender a ver la nada, como un todo. Este vacío al que me estoy lanzando está lleno de posibilidades. Nada se manifiesta, pero todo está contenido, es potencial.

El vacío es desorientador. Aterra la sensación de no tener nada a que aferrarse, o no tener indicaciones de hacia dónde te diriges. De la nada hacia la nada el camino parece ser el de la ansiedad, la preocupación, la desesperación. Pero hay una esperanza, de la nada hacia el todo el camino es más difícil pero posible. Luego de lanzarse hay que relajarse y disfrutar del silencio entre palabras. Escuchar los espacios entre respiraciones y latidos. Atesorar cada minuto de la experiencia. Cerrar los ojos y disfrutar del viento en la cara mientras te dejas caer.

Respira hondo.

Compás de espera.

Algo importante está esperando del otro lado.

jueves, noviembre 19, 2009

Renaciendo

Tengo la sensación de estar saldando una deuda "kármica". No sé si realmente habré tenido una vida pasada, pero si hay algo que tengo claro es que no hay que ir tan lejos para descubrir como "vidas anteriores" marcan nuestra forma de llevar a cabo nuestra existencia.

Así como los bebés dejan el cuerpo de la madre, o de lo contrario morirían, lo mismo debe ocurrir una vez que ya llevamos un tiempo caminando en esta tierra. Un día sentimos que nos llega el momento en que debemos salir de un útero que no es sólo físico, sino que mental y espiritual. No basta con salir de la casa para renacer. Hay que salir de todo. Solamente en ese momento se rompe con el pasado y es entonces cuando me convierto en un "yo" independiente, con mi propia realidad y mis propios pies sobre la tierra.

¿A qué apunto con esto? A que sin importar lo que hagas, pienses o decidas, date el tiempo para observar. Y luego pregúntate: ¿esto viene de mí o de otra persona? Y te sorprenderás. Así como me sorprendí yo. Tal vez se trate de tu madre, tu padre, o tu abuela. Están ahí, y sus palabras permanecen grabadas desde el primer momento en la forma de un consejo, una orden, un castigo... el "mandato".

Y así puede que vayas descubriendo a mucha gente, y por el simple hecho de saber que no eres tú, un día decidirás no seguirlos. No importa cuales sean las consecuencias, siempre y cuando estés decidiendo por tí mismo, estarás siendo maduro. Y es que ya llevas tanto tiempo siendo dependiente, que todas esas voces te han llevado a hacer una gran maraña que debe ser desenredada de adentro hacia afuera.

Por eso es que apenas he podido descifrar una voz que no es la mía, le he dicho adiós. Sin resentimientos. Porque ella no es mi enemiga, porque yo sé que no hay malas intenciones detrás. Solamente me despido porque me impuso algo que me convirtió en una esclava de mí misma. Y si bien hoy sigo viviendo en la casa de mis padres, definitivamente siento que ya no es mi hogar. Mi mente y mi espíritu se están liberando. Mi cuerpo necesita lo mismo para poder terminar mi proceso.

Hoy mi hogar está en otro lado, donde pueda tomar mis propias decisiones, ser mi verdadero "yo" y formar mi propia familia. ¿Ves? Me demoré un poco, pero renací. Salí de la crisálida. Ahora estoy secando mis alas y preparándome para volar.

Y si insisto en hablar, es porque si hay algo que me puede liberar, es mi propia voz.

Confío en que podrás hacerlo tú también, y ser tan grande, tan glorioso y tan único...
...como la vida misma.





domingo, noviembre 08, 2009

Heridas y cicatrices...

No basta con sentir que una herida ha dejado de sangrar, también hay que rehabilitar el órgano dañado. Ante el más mínimo estímulo parece que la cicatriz punza, y se teme que vuelva a producirse la misma lesión.

Siento que todo lo que estoy haciendo vale la pena. Es parte de la rehabilitación. Hay que hacer reposo, pero luego se debe retomar lentamente el movimiento. Hay que seguir adelante y curar el corazón dañado con el mismo amor que un buen día lo convirtió en un objeto ajeno dentro de mi cuerpo. Mi corazón no me pertenece, me siento vulnerable. Pero así como el mío le pertenece a otro, hay alguien significativo que me entrega el suyo. Entonces los temores se disipan y surgen nuevas esperanzas.

He dejado de pensar obsesivamente en el futuro. Temía lanzarme a la vida. Me insegurizaba con un "que tal si..." y me privé de experiencias vitales. Ahora son otras las cosas que me asustan: la distancia, el tiempo. Me causan ansiedad, preocupación, me vuelven impulsiva. Debo controlarme.

Era incapaz de tomar decisiones. La del clásico "elige tú". Ahora decidí actuar sin pensar demasiado, estoy dispuesta a luchar por lo y los que amo.

Y aunque duela caerse, tomé la decisión de pelear una nueva batalla, porque sólo fracasa quien no lo intenta.

miércoles, noviembre 04, 2009

Palabras al viento...

Estos días son muy extraños. Hay una suerte de armonía mágica, que empieza lentamente a reabrir canales. Aunque las palabras sólo reúnen trivialidades, los silencios acusan la falta de palabras para describir sensaciones en proceso de definición.

Hace unos meses, la mezcla de eventos disruptivos y un período de inseguridades desembocó en una ruptura de decisión unilateral. El conflicto entre mantener las cosas como estaban o ejercer una presión para liberar energías estancadas que debían movilizarse. Una vez que logré entender la necesidad de esa liberación de tensiones ocultas, acepté la situación y comencé mi propio proceso de crecimiento y renovación personal.

Cuando quienes constituyen una pareja sienten que van en direcciones diferentes, o uno de los dos cambia de parecer con respecto a lo que desea, conlleva cambios súbitos. Es importante aceptar el cambio, no mantener los pensamientos igual que antes, ya que eso sólo mantiene el conflicto constante. Al final, los cambios siempre resultan ser positivos.

Este año ha sido un largo período de desafíos. De pesadas cargas e impedimentos. Aún externos o de naturaleza logística parecen conspirar contra todo proyecto: tantas horas de trabajo, no tener tiempo para uno mismo ni para otro. Otros internos: malas experiencias ajenas se convierten en inseguridades propias, deseos de uno se convierten en presiones para otro. Distancia, desapego, falta de demostraciones afectivas, más barreras.

Son necesarias las reflexiones profundas y las separaciones (temporarias). Cuidado, porque existe la tendencia a mirar lo malo, lo que causó la separación, en vez de lo bueno, lo que nos llevó a querer estar juntos un día y para siempre. Es el momento de cerrar los ojos, escuchar al corazón, volver a abrirlos y hacer lo que sea necesario.

Si sientes que tu vida no se realza con esa persona, no se resuelven las dificultades del pasado o hay incompatibilidades absolutamente irreconciliables, entonces es el momento de finalizar. En cambio, si sientes que eres feliz y estás completo cuando estás a su lado, si hay complemento en las diferencias y es posible fijarse logros en conjunto, esto es tan sólo un período de prueba.

Creo poder lograr mucho por mi misma y que cualquier cosa que emprenda junto a otro podría funcionar realmente bien. Me siento preparada para apoyar y ser apoyada, en vez de pelear o mantener distancia. Unos le llaman sincronía, otros coincidencia. Cualquiera sea su nombre, confío en mi intuición, esa que me dice que pronto nos encontraremos en el lugar y el momento adecuado para darnos una generosa oportunidad. Mi espíritu está optimista, mi corazón está abierto.

¿Qué dices tú?

Y yo, la tonta, espero que el viento me conteste...

jueves, octubre 08, 2009

Y si no, no aprendimos la lección...

Se suponía que debía ponerme nerviosa antes de leer ese mail. Pero cuando vi que en mi bandeja de entrada había un mensaje con remitente "...@becaschile.cl" ya sabía lo que diría.

Me habría gustado tener esa sensación de dominio propio, de haber tomado yo la decisión final. No sé, tal vez por ese afan romántico de decir que uno renunció a algo por un fin superior. No pude hacerlo yo, pero la inexistencia de nerviosismo y expectativa me sirvió para saber que si el resultado hubiera sido diferente, el hecho habría sido el mismo.
Me quedo aquí.

Me quedo aquí porque el papel dice que me faltó experiencia laboral. Eso según Conicyt.
Según yo, me quedo porque soy muy porfiada y no me rindo fácilmente, y porque cuando se está con la mente y el corazón abiertos, y se sabe lo que se quiere realmente en la vida, vale la pena quedarse. Vale la pena llorar, angustiarse, actuar impulsivamente y hasta faltar el respeto. Vale la pena esperar, porque esa espera implica la lucha interna más grande que uno podría pelear. Vale la pena porque es lo que uno quiere, y lo que se ama vale cualquier pena.

Me quedo. Y estaré esperando, en una espera no tan feliz como quisiera, pero sí con mucha fe.
De lo que estoy segura es que si me hubiera ido, habría significado que no he aprendido nada.
Y sí he aprendido mucho.

martes, septiembre 29, 2009

Crisis, burn-outs y muchas reflexiones...

(Le di tantas vueltas al asunto, y cuando me atreví a golpear la puerta, no pude hablar. Me aterrorizó la imagen del portazo en la nariz. Es que esa mirada tan llena de dolor... intimida cuando sientes que tus abrazos serán rechazados. Mejor me quedo acá y escribo tranquila. Y fumo, y espero.)

Así como muchas veces las cosas malas llegan todas juntas, la vida también se encarga de darnos las herramientas necesarias para salir del agujero en que creemos estar metidos hasta el cuello. Justo ahora que estoy pasando por una crisis en todos los aspectos de mi vida, la teoría detrás del caos y las consecuencias de la contención excesiva de las emociones es un tema recurrente en todos lados donde voy.

En la pega, yo pensaba que todo era parte del período de adaptación. Pero resulta que ya voy a terminar el año y estoy cada vez peor. ¿Podría pensar entonces que ya no me adapté? Porque el año pasado fue bien intenso y agotador por el hecho de pasar por dos pegas, con sistemas muy distintos... pero me adapté en ambas, y en la mitad del tiempo que me ha tomado adaptarme ahora. Y así es como, entre desayunos, almuerzos y catarsis colectivas, nos vamos enterando de que lo que sufrimos es un síndrome de Burn-out (o "profesional quemado")... lo que me recuerda a mi primer computador que cuando era sobre-exigido me mostraba una linda pantalla azul y perdía todo mi trabajo.

Y es tan triste y frustrante porque esta pega significaba tanto para mí. Significaba la estabilidad que necesitaba para decidirme a dar ese gran paso. Independencia, para concretar un nuevo proyecto de vida. Y por supuesto que yo no estaba sola en eso. Pero es que cuando una mujer ha sido criada para ser una profesional independiente y no una dueña de casa, es innegable el hecho de que se debe ser eso antes de unirse a otro. He recibido mandatos potentes: "sea independiente", "tenga sus cosas", "no dependa de un hombre", "tenga a su lado a un hombre que se sienta orgulloso de la mujer que tiene al lado -y viceversa", "viva su vida antes de tener hijos", etc. Este año esa era mi misión. Ser YO, saber quien soy, y saber lo que puedo hacer por mí misma, para poder al fin emprender mi viaje de la mano con mi compañero de vida, que me estaba esperando con su amor y su paciencia, porque él ya sabía -o al menos eso parecía- lo que él era por sí mismo y ya estaba listo para dar ese paso tan importante.

Puse tanta energía en este trabajo, que sin darme cuenta me consumí. Dejé de lado sin querer a mi compañero, y resulta que mi compañero estaba pasando por un momento tan doloroso... y yo simplemente no supe que hacer. Y no es falta de empatía, sino falta de experiencia. Recién ahora sé lo que significa el dolor de perder a un ser amado, y lo infinitos que parecen los días porque la soledad se exacerba con el sentimiento de vacío que nos deja ese otro que ya no está a nuestro lado. Y tantas veces se comete el error de "no hablar de ciertos temas dolorosos" para que los involucrados no sufran... a final de cuentas, para protegerlos. Y recién ahora sé que el peor error que se puede cometer con respecto a las emociones es taparlas. Una docente de mi diplomado me dio un par de buenas analogías:

-Imagina que tienes una piedra en el zapato. Es chiquitita, pero molesta. Y tienes tantas cosas que hacer que decides olvidarte de esa piedra. Y tu pie se anestesia sólo, porque estás tan ocupada que simplemente esa molestia queda relegada a un plano en que no es relevante. Pero cuando llegas a tu casa, te quitas el zapato y en tu pie hay una llaga.
- Ahora, imagina que tienes una bebida. De pronto esa bebida se cae, y se agita. Mientras más trates de evitar la fuga, con mayor fuerza saldrá una vez que saques la tapa.

Eso ocurre. A alguien le molesta algo, y se lo aguanta hasta que explota y esa explosión es nefasta. Y es que también hemos sido criados para aguantar... los hombres no lloran y las mujeres han nacido para resistir el dolor. Y entonces mientras más aguantamos, más valorable es nuestro aguante. ¿Pero alguien piensa realmente en las consecuencias de eso? Lo dudo. Sino, no habría tanta gente yendo al psiquiatra o tanta gente con enfermedades psicosomáticas. Por alguna parte tiene que explotar lo que sentimos y nos contamina.

Así es como una persona con vocación para entregar, y otra con vocación para escuchar, terminan aislados y en silencio. La primera, sintiendo que habla con las murallas. El segundo, sintiendose poco atendido. ¿Qué pasó?

Muchas veces creemos que la mejor forma de proteger a quienes amamos es aislándolos de nuestros problemas, cuando en realidad lo que hacemos es tapar el problema y asfixiarlo. La bebida y el desborde. Él sufriendo su pérdida y su soledad en silencio, yo sufriendo mi frustración y mi cansancio en silencio. Ninguno pidiendo ayuda, ambos necesitándola a gritos y resintiendo que el otro "no vió lo que le pasaba".

He aprendido que hay que estar alerta a las señales. Todo este año he sentido dolores de espalda. Y efectivamente, me sentía tan presionada, porque estaba asumiendo una responsabilidad y no la estaba compartiendo con nadie. Mi pega, mi independencia, mi vida. Pero claro, había que abrir la mochila y compartir las cargas. Mi pega, mi independencia, nuestra vida. Eso habría simplificado tanto las cosas.

He aprendido que cuando las emociones se guardan, se crea una dinámica similar a la de los sistemas abusivos. Hay unos que se sienten víctimas, hay otros que son considerados abusadores, y hay otros que ven todo lo que ocurre y no intervienen, se silencian. Solamente rompiendo el silencio se rompe el sistema viciado. Solamente abriendo canales de comunicación se puede plantear que hay una molestia, que hay un problema. Solamente reconociendo la existencia de un problema se puede hacer algo al respecto. Cuando se sabe el problema, se buscan las soluciones, y mejor es si se buscan en conjunto en vez de cada uno por su lado.

A final de cuentas, todo apunta a una buena comunicación. A atreverse a exigir lo que uno necesita, tanto para hacer bien el trabajo, como para sentirse pleno en pareja-familia. Porque muchas veces tenemos la expectativa de lo que el otro podría hacer, y ahí es que vivimos horribles frustraciones si el otro no hace lo que esperamos.

Solamente pidiendo claramente y con respeto lo que queremos, nuestro interlocutor puede hacer algo al respecto. Porque es tan frustrante el querer actuar cuando sabes que tu interlocutor no hará nada al respecto y lo mejor que puedes hacer es irte, y buscar un mejor lugar donde hacer lo que quieres hacer. Y eso es solamente frustrante en el trabajo... pero Dios mío, que es doloroso cuando quien consideras tu compañero de vida te pide algo similar. Es tan difícil respetar la decisión, cuando sabes que por una parte tienes que hacerlo para demostrarle que lo amas... y es tan difícil no pensar en acercarse, porque estar con él es lo que tu corazón más quiere en la vida... Supongo que -para todo- lo mejor que puedo hacer en este minuto es tomarme las cosas con calma y esperar que el universo retome su equilibrio.

La gran lección de este año. Comunicar. Con todos. Para todos.



martes, septiembre 15, 2009

Saudade en Sepia

Siempre me han encantado los retratos en tono sepia. Debe ser por esa sensación de calidez, de hogar.Hoy en mí el retrato en sepia tiene una sensación que sólo tiene un nombre en Brasil: saudade.

Saudade no tiene traducción. Es la sensación de melancolía que uno siente cada vez que recuerda una alegría que hoy se ha ido. Sentimiento complejo, mezcla en un caldero amor, distancia, pérdida, vacío y necesidad.

De esto se trata la vida. Se estar alegre un día y triste otro. De tener en una instantánea los recuerdos del pasado, las sensaciones del presente y las proyecciones del futuro.

La vida misma, y lo que amo tanto aunque hoy me cause dolor, es Saudade.

Eso que permanece en el corazón cada vez que se extraña lo que existió y se tuvo. Cada vez que se anhela lo que nos entregaba júbilo y gloria y hoy por circunstancias impensadas se ha perdido.

Lo paradójico es que aunque perder nos hace sentir cercanos a la muerte... el sólo hecho de recordarlo, nos permite renacer.

Mi saudade está en la Vía Láctea, en la arena, en el viento, en la tele blanco y negro, en los pollos de mar, en el brasero y la tetera. Porque cuando nos vimos la primera vez, nos dimos un poder tan inmenso sobre el otro que hoy me falta más que una mitad. Porque 1 + 1 es 3, y no 2.

Porque el Gran Arquitecto hizo un trazo que no le gustó, y el boceto fue desechado.

Pero acaso por ese trazo imperfecto, ¿dejará de creer en su obra?

sábado, agosto 22, 2009

Demoler para reconstruir...

¿Cómo se hace para recuperar el tiempo perdido?

¿Cómo puede ser que la sonrisa serena y la mirada llena de luz pueda apagarse para siempre? Me niego a pensar que es así. Me niego a pensar que en menos de un año se haya derrumbado todo lo que se estaba planeando y construyendo con tanto amor.

Decidí llevarme todo no porque realmente lo haya querido, sino porque es lo que necesitas. Necesitas tener cerca a la nada. Que no haya un solo objeto que te recuerde a mí, y así espero puedas llegar a ver y sentir que jamás he querido dejarte solo como dices haberlo estado.

Ahora no hay nada allá. Todo está acá, en desorden. Todo es caos. No sé donde dejar lo que puse en ti un día. No cabe en ningún cajón ni mucho menos puedo deshacerme de un solo pedazo de tela que guarde en sí mismo un día juntos.

Me duele tanto ver que tus ojos me miran con un resentimiento que no merezco. Qué si no hice las cosas a tu tiempo no fue porque no te ame, sino porque quería protegerte. De mis inseguridades, de mis miedos, de mi inestabilidad.

Me ofreciste tu ayuda. Para no cargar con todo yo sola mientras vuelvo a un punto muertoa. La rechazé porque no es esa la ayuda que necesito. Necesito ayuda para hacer lo que SI quiero y no me atrevo, y si en algún minuto debiste haber ofrecido tu ayuda fue para concretar de una buena vez lo que estaba sujeto a tantas de mis condiciones estúpidamente racionales.

Ahora todo es borroso. Todo es oscuro.

Espero algún día pueda volver a hacerte sonreír como aquel día, y que tus ojos vuelvan a brillar con la sola idea de poner a hervir un té que los 2 tomaremos frente a la misma fogata, aún cuando eso sea en tazones distintos.


lunes, agosto 17, 2009

Inconclusiones

Y de pronto, así como así, dices que necesitas una pausa. Un tiempo para respirar más allá de tus pulmones y mi pelo. Y así fue, como ante tu mudez y tu inclemencia, decidí concretar por última vez el abrazo de mis piernas que ceden ante tus caderas.

Me guardé entonces mis palabras, y los momentos vividos frente a un fuego cálido y acogedor. Porque a la mañana siguiente, luego de sentir ese quemante hielo en tus ojos, supe que no es el cansancio o el invierno lo que empaña tu mirada, y que el humo que emana entre tus labios no es otra cosa que nuestro amor que se desvanece con cada bocanada.

Me dolió tanto tu reticencia a decir la verdad, o al menos algo definido. Y es que para tí el significado “amor” parece haber cambiado de significante. Pero te excusas y dices que se nos acabó el tiempo. Que nos juega en contra. Que no quieres crecer conmigo pues parece que estoy creciendo tan lento como tú lo hiciste alguna vez. ¡Eres tan injusto!

Pues bien, si de verdad te has cansado de mí, ve y explora. Sal en tu búsqueda de aquella abnegada fémina que deje todo por ti, a ver si cuando hayas satisfecho tu deseo y haya pasado la novedad de la autocomplacencia, luego de que ella te haya dado todo tal como tú lo quieres y en el momento que tú quieres puedes, aún sentirte orgulloso de tenerla a tu lado.

Si quieres cambiar de rumbo vete, pero sin jugar conmigo. Sin dejar en mí la culpa y la responsabilidad de tus afectos, pues yo jamás he dudado de mis sentimientos y anhelos a tu lado. Sólo he estado insegura por necesitar un buen árbol al cual arrimarme, que me provea los frutos y la sombra que necesito para vivir. Y ahí sé que debo partir por mí misma.

Y estoy llena de dudas, pero si de algo estoy segura, es que quiero amar, crecer y aprender.

lunes, agosto 10, 2009

Declaración antes de (intentar) dormir

Estos días han sido muy extraños. El tener esa sensación de incertidumbre y luego de terror a que todo se vaya al carajo ha resultado ser lo que necesitaba para al fin abrir los ojos.

No he dormido nada. Esa maldita sensación de que lo que acaba de ocurrir podría ser el fin pero en realidad puede que no, no deja de ser abrumadora y mentalmente desgastante.

He pensado constantemente en lo que he hecho, ahora de una forma más objetiva, porque uno siempre jura que lo que hace lo hace para mejor, aunque en realidad esté metiendo las patas hasta el cuello. Frente al espejo uno siempre trata de buscar su mejor ángulo, sin embargo, cuando alguien te toma una foto desprevenido te das cuenta de la pifia en la frente, del cototo en la nariz que el cirujano no logró remover, o de las pequeñas líneas que comienzan a marcar el paso por este planeta.

Esto no se acaba aquí. Estoy segura.

Esto es un nuevo comienzo, es la oportunidad de reivindicación y renovación que necesito.

Tengo que reconocer que tengo miedo. Me asusta lo desconocido y el ver que tal vez el tiempo no me ha enseñado lo suficiente y tengo que aprender un poquito más a la antigua, con más sangre, más sudor y más tierra. Y lo que más me asusta, es que tal vez no he aprendido lo suficiente para enfrentar lo que se viene. ¿Seré capaz de enfrentar el desafío? ¿Lo lograré?

Y en el fondo es este maldito miedo al fracaso el que me hace ser tan neuróticamente racional. Y es que reconozco que mi peor pecado ha sido pensar demasiado las cosas, querer que todo salga “objetivamente” perfecto, y que por tanta razón he dejado de lado la emoción.

Tal vez tenga miedo de crecer. De enfrentar sin máscaras el vivir nuevas experiencias y nuevos procesos, y caerme el en intento, y volverme a parar hasta que pueda caminar sin trastabillar. Siento que todo está ocurriendo tan rápido: tener una carrera, una pega, bienes… y por supuesto, lo que sigue en la lista ahora es obvio. Pero eso implica un compromiso tan grande que el miedo a no podérmela me bloquea en vez de significar un desafío estimulante.

Entonces entran el hastío y la decepción. No he tenido muchas variadas experiencias en lo de parejas se trata, sólo sé lo que se siente ser rechazado porque el otro quiere ser libre y andar de picaflor por el mundo. Duele, pero definitivamente es una cosquilla al lado de estos dos malditos sentimientos. Saber que alguien está cansado de mí, y que ya no ve en mí los encantos que alguna vez vio, es lo que más podrida me ha hecho sentir en la vida. Quizás porque la responsabilidad es absolutamente mía. Y peor aún, porque no sólo le he fallado a otro, sino que también a mí misma, ya que siempre he querido estar con alguien del cual esté orgullosa. Mi peor castigo: que no se sientan orgullosos de mí.

Podría decir que lo que estaba creciendo y echando raíces se derrumbó. Pero también me atrevo a decir que de la madera del árbol caído se puede construir y entibiar un hogar. Quiero volver a ser calor, pero no cualquier calor, sino que calor de hogar. Quiero volver a ser mujer, pero no cualquier mujer, sino que tu mujer. Quiero ser una vez más tu musa, la dueña de tu música, de la que te sientas orgulloso y no ocultes detrás de una careta.

Prendamos el brasero, pongamos la tetera, trae la manta y abrázame.

Quiero volver a dormir, quiero volver a tener el sueño reparador que sólo puedo encontrar en tus brazos.

A fin de cuentas, realmente necesitaba de un remezón para darme cuenta de que te sigo amando como amo a la vida misma. Gracias. Espero que puedas perdonar mi ceguera.

domingo, agosto 09, 2009

Ironías

Qué loco. Hace mucho no visitaba mi propio blog. Debí haberlo hecho, debí haberme hecho caso y haber hecho lo que debí hacer en la misma fecha de la entrada anterior. Mediados de Julio, vacaciones de invierno, momento de limpieza y renovación, de nuevos comienzos y energías.

Pero no. Este Julio no hice limpieza, no hice renovación, no me llené de energía. Sólo fui una oveja que sigue la masa y me dediqué a adelantar pega para el segundo semestre. Lo peor, cometí el error más grande que he cometido en mi vida sin siquiera darme cuenta. Herí a quien más amo en el mundo pensando todo el tiempo que lo que hacía era para mejor.

¿Que hice? Pues NADA. Yo, la que se cree la muy bacán, a último minuto, me acobardé.

Sí, tuve miedo. Miedo de fracasar, miedo de que mis actos fuesen por las razones erróneas.

Y no hice nada... Nada!

Y al final, fue para peor, ahora tengo más miedo que antes porque veo a un fracaso que, cual Guasón, se ríe de mí en mi cara, y ahora más que antes siento que si hago lo que debí hacer antes sería interpretado como una medida desesperada y por lo tanto sería una razón absolutamente errónea para actuar. O sea, "too late".

Y ahí estoy. Esperando por una señal de luz que me indique que sería lo mejor. Ahora creo que lo mejor es actuar - hacer ALGO, porque no hacer nada fue absolutamente peor que haber hecho cualquier cosa. Pero mi pregunta ahora es, si hacer ahora lo que no me atreví a hacer en su momento, ¿tendría el mismo valor?

Para mí tendría al menos ALGO de valor, porque ahora siento que no valgo NADA.