miércoles, enero 16, 2008

Besos

Tantos besos, tanta experiencia, tanta vida. Y es que en cada beso se entrega una parte de nuestro ser y sentir. Besos sin sentido, concretos y fríos, quedan en el olvido cuando se conoce el sabor de un beso indescriptible, cargado de amor y verdad.

Besos diarios, cálidos pero sencillos, contrastan con besos especiales, de pasión, de deseo. Besos que se extrañan, besos olvidados, besos que sorprenden, torturan y marcan como un hierro candente.

Un beso suave, una caricia, casi una cosquilla. Un beso extraño, como si no fuera un beso, casi besando el aire, sólo para no tocar sus labios. Qué extraño poder, liberar tanto pudor oculto entre dos personas que intentan desnudar algo más que el cuerpo. Entregar el alma en un beso, cuando ya no puedes contenerla más, como si el cuerpo no bastara para fusionarse y quedarse eternos, aunque lejanos, como un paradójico abrazo de esencias intangibles.

Tanta extrañeza ante culturas que no conciben los besos si no hay una profunda conexión. Tanta ligereza en nosotros y otros tantos que reparten besos como si no significara más que una formalidad. Un frío y concreto beso de saludo puede abrir puertas, y uno igual de despedida se pierde para siempre.

Con besos de amor y verdad, abro puertas y recorro destinos, mas no sirvo para despedirme.
No puedo regalarme sin esperar algo a cambio. No soy tan altruista. En casa beso de despedida entrego un pedacito de mí que puja por seguir su huella y volver a su origen. Sólo para atraer al nuevo dueño de vuelta al lugar que a él y a mis besos le pertenecen.