domingo, noviembre 08, 2009

Heridas y cicatrices...

No basta con sentir que una herida ha dejado de sangrar, también hay que rehabilitar el órgano dañado. Ante el más mínimo estímulo parece que la cicatriz punza, y se teme que vuelva a producirse la misma lesión.

Siento que todo lo que estoy haciendo vale la pena. Es parte de la rehabilitación. Hay que hacer reposo, pero luego se debe retomar lentamente el movimiento. Hay que seguir adelante y curar el corazón dañado con el mismo amor que un buen día lo convirtió en un objeto ajeno dentro de mi cuerpo. Mi corazón no me pertenece, me siento vulnerable. Pero así como el mío le pertenece a otro, hay alguien significativo que me entrega el suyo. Entonces los temores se disipan y surgen nuevas esperanzas.

He dejado de pensar obsesivamente en el futuro. Temía lanzarme a la vida. Me insegurizaba con un "que tal si..." y me privé de experiencias vitales. Ahora son otras las cosas que me asustan: la distancia, el tiempo. Me causan ansiedad, preocupación, me vuelven impulsiva. Debo controlarme.

Era incapaz de tomar decisiones. La del clásico "elige tú". Ahora decidí actuar sin pensar demasiado, estoy dispuesta a luchar por lo y los que amo.

Y aunque duela caerse, tomé la decisión de pelear una nueva batalla, porque sólo fracasa quien no lo intenta.

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