jueves, noviembre 19, 2009

Renaciendo

Tengo la sensación de estar saldando una deuda "kármica". No sé si realmente habré tenido una vida pasada, pero si hay algo que tengo claro es que no hay que ir tan lejos para descubrir como "vidas anteriores" marcan nuestra forma de llevar a cabo nuestra existencia.

Así como los bebés dejan el cuerpo de la madre, o de lo contrario morirían, lo mismo debe ocurrir una vez que ya llevamos un tiempo caminando en esta tierra. Un día sentimos que nos llega el momento en que debemos salir de un útero que no es sólo físico, sino que mental y espiritual. No basta con salir de la casa para renacer. Hay que salir de todo. Solamente en ese momento se rompe con el pasado y es entonces cuando me convierto en un "yo" independiente, con mi propia realidad y mis propios pies sobre la tierra.

¿A qué apunto con esto? A que sin importar lo que hagas, pienses o decidas, date el tiempo para observar. Y luego pregúntate: ¿esto viene de mí o de otra persona? Y te sorprenderás. Así como me sorprendí yo. Tal vez se trate de tu madre, tu padre, o tu abuela. Están ahí, y sus palabras permanecen grabadas desde el primer momento en la forma de un consejo, una orden, un castigo... el "mandato".

Y así puede que vayas descubriendo a mucha gente, y por el simple hecho de saber que no eres tú, un día decidirás no seguirlos. No importa cuales sean las consecuencias, siempre y cuando estés decidiendo por tí mismo, estarás siendo maduro. Y es que ya llevas tanto tiempo siendo dependiente, que todas esas voces te han llevado a hacer una gran maraña que debe ser desenredada de adentro hacia afuera.

Por eso es que apenas he podido descifrar una voz que no es la mía, le he dicho adiós. Sin resentimientos. Porque ella no es mi enemiga, porque yo sé que no hay malas intenciones detrás. Solamente me despido porque me impuso algo que me convirtió en una esclava de mí misma. Y si bien hoy sigo viviendo en la casa de mis padres, definitivamente siento que ya no es mi hogar. Mi mente y mi espíritu se están liberando. Mi cuerpo necesita lo mismo para poder terminar mi proceso.

Hoy mi hogar está en otro lado, donde pueda tomar mis propias decisiones, ser mi verdadero "yo" y formar mi propia familia. ¿Ves? Me demoré un poco, pero renací. Salí de la crisálida. Ahora estoy secando mis alas y preparándome para volar.

Y si insisto en hablar, es porque si hay algo que me puede liberar, es mi propia voz.

Confío en que podrás hacerlo tú también, y ser tan grande, tan glorioso y tan único...
...como la vida misma.





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