miércoles, agosto 09, 2006

Los Fantasmas y la Histeria

Tiempo atrás, la gente se casaba para iniciarse sexualmente. Hoy, los métodos anticonceptivos hacen esto innecesario, permitiendo una mayor libertad a la hora de escoger una pareja. Si una pareja no nos complace, vamos y buscamos otra. Esto implica la existencia de más de una pareja sexual a lo largo de la vida de casi todos los mortales.



Y bueno, hay personas que no han tenido sólo una, ni dos, ni tres, sino que más parejas. Y, ¿qué pasa cuando esa persona llega a los brazos de una pareja que puede tener nula experiencia, o al menos no tanta?

Pongámoslo en palabras más claras. Vivimos en una sociedad machista, y está permitido que los hombres se desvirguen a temprana edad. Las mujeres no tenemos esos privilegios. ¿Y qué tenemos? Mujeres vírgenes emparejándose con hombres experimentados. Al principio parece bien, porque él tiene más experiencia, y sabrá cómo complacer a su mujer. O por último si no la complace, la pobre mujer no tendrá punto de comparación para quejarse.

Puntos de comparación, qué miedo. Porque según lo que dije recién, las mujeres no tenemos tantos puntos de comparación como los hombres con nosotras. Es como estar en constante evaluación. Y eso también trae consigo fantasmas de celos e inseguridades.

Las mujeres somos intrínsecamente competitivas, aún en ausencia de contrincantes. Entonces se vuelve inevitable pensar en algún minuto cosas como: "¿La otra sería mejor en la cama que yo?", "¿Le gustaba más hacer esto con la otra que conmigo?", "¿Le gustaba más el cuerpo de la otra?" o "Conmigo no hace eso porque ya lo hizo con la otra" y así podría seguir infinitamente.

Que terrible. Ya escucho la voz de Aldo cantandome "La Paranoooia, la Paranoooia" al ritmo de "La Cucaracha". Porque la respuesta al ser inexistente, empieza a ser creada por nosotras mismas (en honor a la verdad, es muy difícil obtener una respuesta al respecto por parte del macho en cuestión, ¿no ven que los caballeros no tienen memoria?), y nos inundamos de temores tontos e infundados. Nos ponemos irritables, nuestro hombre no tiene la más mínima idea de lo que nos pasa y aunque lo supiera, no podría hacer nada porque no hay forma de borrar todos los polvazos que se ha pegado en su vida.

La mejor manera de superar la paranoia es pensar que el pasado quedó atrás, que ahora se está en un nuevo proyecto, y eso es por algo. Se supone que cuando uno decide cambiar algo es para mejor, lo que implicaría que en el estado de "parejas actuales" siempre somos mejores que las anteriores. Consuelo de tontos, pero útil al fin y al cabo.

Me pregunto si los hombres se preocupan por esas cosas. Las mujeres estamos cada día más exigentes y mal que mal, a ellos también les preocupa el asunto de ser un buen amante. ¿Tendrán fantasmas? ¿Sentirán miedo? No creo que no les importe en absoluto que sus mujeres hayan tenido otras parejas, que también tengamos puntos de comparación, que los evaluemos. ¿Porque no? Si nosotras tenemos fantasmas tontos, porqué a ellos no les va a penar algo, aunque sea tan tonto como esa tradición machista que dice que hay mujeres para la cama y otras para casarse. Como si los hombres no compartieran la cama con sus esposas, qué estupidez.

miércoles, agosto 02, 2006

Si Yo Hubiera...

Ultimamente he pensado mucho en el tiempo. La vendedora que me recomendó usar una crema para las arrugas me causó un pseudoviejazo, en que me doy cuenta de que los años pasan y no los he aprovechado.

El domingo vino la Clo. Estuvo de cumpleaños y teníamos que abrazarnos y contarnos cómo habíamos estado el último mes. Conversamos sobre las vacaciones, y lo que no hemos hecho juntas porque nuestras vacaciones rara vez coinciden gracias a sus paros. Como ambas estamos por terminar en la U, este año tal vez será la última oportunidad para arrancarnos como se debe. Hasta que surgió la terrible realidad:



-Oye miga, ¿te hai dado cuenta de que lo único que hemos hecho los últimos 4 años es estudiar?

Morí. Mi amiga tenía razón. Y esa realidad me pesa cuando la compraro con la de otra gente. Más aún cuando es gente cercana a mí. Mi pololo y yo tenemos 8 años de diferencia. En lo que respecta a materias amorosas, hace 8 años yo apenas me aventuraba a tener algo parecido a un pololo. Hace 8 años no quiero ni imaginarme lo que Aldo estaba haciendo porque me psicotizo.

También pienso en lo que pudo haber pasado si en los últimos 8 años hubiera tomado otras decisiones. Si hubiera aceptado la oferta de entrar a una escuela artística, habría salido de 4º medio con un oficio. Tal vez sería más feliz, o más tonta. Imposible saberlo. A fin de cuentas, mi vida (como la de todos los demás) pudo haberse dado de mil formas diferentes, pero sólo me queda aceptar la que me tocó vivir. Y vivirla.

A veces siento algo parecido al fracaso. Quise ser bailarina después de salir del colegio pero una fuerza mayor me lo impidió... ¿y que hice? Me rendí. No pude bailar y seguí estudiando Letras. Una cosa a la vez, dicen. Tal vez mi decisión haya sido para mejor, pero ahora me arrepiento de haber dejado en un 100% eso que tanto me gustaba. Y el cuerpo cada día me pesa más. Y esa poesía en movimiento que residía en mí se desvanece poco a poco, porque el compromiso que tengo por ahora es como un matrimonio por conveniencia.

Decidí que voy a retomar lo que empecé hace 8 años y no terminé. No puedo hacer de pronto todo lo que no he hecho, ni ser la profesional que soñé porque debí haber empezado mucho antes, pero sí estoy segura de que quiero poner mi cuerpo a funcionar nuevamente. Lo haré. Tal vez mañana tenga el panorama un poco más claro al respecto.

Después les cuento cómo me fue. Lo único que sé es que no quiero ser una cáscara vacía frente a un escritorio toda mi vida... y sobre todas las cosas...

no quiero dejar de ser poesía.