sábado, agosto 22, 2009

Demoler para reconstruir...

¿Cómo se hace para recuperar el tiempo perdido?

¿Cómo puede ser que la sonrisa serena y la mirada llena de luz pueda apagarse para siempre? Me niego a pensar que es así. Me niego a pensar que en menos de un año se haya derrumbado todo lo que se estaba planeando y construyendo con tanto amor.

Decidí llevarme todo no porque realmente lo haya querido, sino porque es lo que necesitas. Necesitas tener cerca a la nada. Que no haya un solo objeto que te recuerde a mí, y así espero puedas llegar a ver y sentir que jamás he querido dejarte solo como dices haberlo estado.

Ahora no hay nada allá. Todo está acá, en desorden. Todo es caos. No sé donde dejar lo que puse en ti un día. No cabe en ningún cajón ni mucho menos puedo deshacerme de un solo pedazo de tela que guarde en sí mismo un día juntos.

Me duele tanto ver que tus ojos me miran con un resentimiento que no merezco. Qué si no hice las cosas a tu tiempo no fue porque no te ame, sino porque quería protegerte. De mis inseguridades, de mis miedos, de mi inestabilidad.

Me ofreciste tu ayuda. Para no cargar con todo yo sola mientras vuelvo a un punto muertoa. La rechazé porque no es esa la ayuda que necesito. Necesito ayuda para hacer lo que SI quiero y no me atrevo, y si en algún minuto debiste haber ofrecido tu ayuda fue para concretar de una buena vez lo que estaba sujeto a tantas de mis condiciones estúpidamente racionales.

Ahora todo es borroso. Todo es oscuro.

Espero algún día pueda volver a hacerte sonreír como aquel día, y que tus ojos vuelvan a brillar con la sola idea de poner a hervir un té que los 2 tomaremos frente a la misma fogata, aún cuando eso sea en tazones distintos.


lunes, agosto 17, 2009

Inconclusiones

Y de pronto, así como así, dices que necesitas una pausa. Un tiempo para respirar más allá de tus pulmones y mi pelo. Y así fue, como ante tu mudez y tu inclemencia, decidí concretar por última vez el abrazo de mis piernas que ceden ante tus caderas.

Me guardé entonces mis palabras, y los momentos vividos frente a un fuego cálido y acogedor. Porque a la mañana siguiente, luego de sentir ese quemante hielo en tus ojos, supe que no es el cansancio o el invierno lo que empaña tu mirada, y que el humo que emana entre tus labios no es otra cosa que nuestro amor que se desvanece con cada bocanada.

Me dolió tanto tu reticencia a decir la verdad, o al menos algo definido. Y es que para tí el significado “amor” parece haber cambiado de significante. Pero te excusas y dices que se nos acabó el tiempo. Que nos juega en contra. Que no quieres crecer conmigo pues parece que estoy creciendo tan lento como tú lo hiciste alguna vez. ¡Eres tan injusto!

Pues bien, si de verdad te has cansado de mí, ve y explora. Sal en tu búsqueda de aquella abnegada fémina que deje todo por ti, a ver si cuando hayas satisfecho tu deseo y haya pasado la novedad de la autocomplacencia, luego de que ella te haya dado todo tal como tú lo quieres y en el momento que tú quieres puedes, aún sentirte orgulloso de tenerla a tu lado.

Si quieres cambiar de rumbo vete, pero sin jugar conmigo. Sin dejar en mí la culpa y la responsabilidad de tus afectos, pues yo jamás he dudado de mis sentimientos y anhelos a tu lado. Sólo he estado insegura por necesitar un buen árbol al cual arrimarme, que me provea los frutos y la sombra que necesito para vivir. Y ahí sé que debo partir por mí misma.

Y estoy llena de dudas, pero si de algo estoy segura, es que quiero amar, crecer y aprender.

lunes, agosto 10, 2009

Declaración antes de (intentar) dormir

Estos días han sido muy extraños. El tener esa sensación de incertidumbre y luego de terror a que todo se vaya al carajo ha resultado ser lo que necesitaba para al fin abrir los ojos.

No he dormido nada. Esa maldita sensación de que lo que acaba de ocurrir podría ser el fin pero en realidad puede que no, no deja de ser abrumadora y mentalmente desgastante.

He pensado constantemente en lo que he hecho, ahora de una forma más objetiva, porque uno siempre jura que lo que hace lo hace para mejor, aunque en realidad esté metiendo las patas hasta el cuello. Frente al espejo uno siempre trata de buscar su mejor ángulo, sin embargo, cuando alguien te toma una foto desprevenido te das cuenta de la pifia en la frente, del cototo en la nariz que el cirujano no logró remover, o de las pequeñas líneas que comienzan a marcar el paso por este planeta.

Esto no se acaba aquí. Estoy segura.

Esto es un nuevo comienzo, es la oportunidad de reivindicación y renovación que necesito.

Tengo que reconocer que tengo miedo. Me asusta lo desconocido y el ver que tal vez el tiempo no me ha enseñado lo suficiente y tengo que aprender un poquito más a la antigua, con más sangre, más sudor y más tierra. Y lo que más me asusta, es que tal vez no he aprendido lo suficiente para enfrentar lo que se viene. ¿Seré capaz de enfrentar el desafío? ¿Lo lograré?

Y en el fondo es este maldito miedo al fracaso el que me hace ser tan neuróticamente racional. Y es que reconozco que mi peor pecado ha sido pensar demasiado las cosas, querer que todo salga “objetivamente” perfecto, y que por tanta razón he dejado de lado la emoción.

Tal vez tenga miedo de crecer. De enfrentar sin máscaras el vivir nuevas experiencias y nuevos procesos, y caerme el en intento, y volverme a parar hasta que pueda caminar sin trastabillar. Siento que todo está ocurriendo tan rápido: tener una carrera, una pega, bienes… y por supuesto, lo que sigue en la lista ahora es obvio. Pero eso implica un compromiso tan grande que el miedo a no podérmela me bloquea en vez de significar un desafío estimulante.

Entonces entran el hastío y la decepción. No he tenido muchas variadas experiencias en lo de parejas se trata, sólo sé lo que se siente ser rechazado porque el otro quiere ser libre y andar de picaflor por el mundo. Duele, pero definitivamente es una cosquilla al lado de estos dos malditos sentimientos. Saber que alguien está cansado de mí, y que ya no ve en mí los encantos que alguna vez vio, es lo que más podrida me ha hecho sentir en la vida. Quizás porque la responsabilidad es absolutamente mía. Y peor aún, porque no sólo le he fallado a otro, sino que también a mí misma, ya que siempre he querido estar con alguien del cual esté orgullosa. Mi peor castigo: que no se sientan orgullosos de mí.

Podría decir que lo que estaba creciendo y echando raíces se derrumbó. Pero también me atrevo a decir que de la madera del árbol caído se puede construir y entibiar un hogar. Quiero volver a ser calor, pero no cualquier calor, sino que calor de hogar. Quiero volver a ser mujer, pero no cualquier mujer, sino que tu mujer. Quiero ser una vez más tu musa, la dueña de tu música, de la que te sientas orgulloso y no ocultes detrás de una careta.

Prendamos el brasero, pongamos la tetera, trae la manta y abrázame.

Quiero volver a dormir, quiero volver a tener el sueño reparador que sólo puedo encontrar en tus brazos.

A fin de cuentas, realmente necesitaba de un remezón para darme cuenta de que te sigo amando como amo a la vida misma. Gracias. Espero que puedas perdonar mi ceguera.

domingo, agosto 09, 2009

Ironías

Qué loco. Hace mucho no visitaba mi propio blog. Debí haberlo hecho, debí haberme hecho caso y haber hecho lo que debí hacer en la misma fecha de la entrada anterior. Mediados de Julio, vacaciones de invierno, momento de limpieza y renovación, de nuevos comienzos y energías.

Pero no. Este Julio no hice limpieza, no hice renovación, no me llené de energía. Sólo fui una oveja que sigue la masa y me dediqué a adelantar pega para el segundo semestre. Lo peor, cometí el error más grande que he cometido en mi vida sin siquiera darme cuenta. Herí a quien más amo en el mundo pensando todo el tiempo que lo que hacía era para mejor.

¿Que hice? Pues NADA. Yo, la que se cree la muy bacán, a último minuto, me acobardé.

Sí, tuve miedo. Miedo de fracasar, miedo de que mis actos fuesen por las razones erróneas.

Y no hice nada... Nada!

Y al final, fue para peor, ahora tengo más miedo que antes porque veo a un fracaso que, cual Guasón, se ríe de mí en mi cara, y ahora más que antes siento que si hago lo que debí hacer antes sería interpretado como una medida desesperada y por lo tanto sería una razón absolutamente errónea para actuar. O sea, "too late".

Y ahí estoy. Esperando por una señal de luz que me indique que sería lo mejor. Ahora creo que lo mejor es actuar - hacer ALGO, porque no hacer nada fue absolutamente peor que haber hecho cualquier cosa. Pero mi pregunta ahora es, si hacer ahora lo que no me atreví a hacer en su momento, ¿tendría el mismo valor?

Para mí tendría al menos ALGO de valor, porque ahora siento que no valgo NADA.