domingo, marzo 28, 2010

Duelo


Cuando me amabas, me regalabas tus versos y tu música.
Te dedicaba mi existencia, y mis letras y postales eran tu inspiración.
Todo ha quedado atrás.
Maldito Ego que encegueció y apuñaló tu alma para tomar posesión de tu cuerpo.
Ese fuego que fue mi hogar hoy no es más que cenizas.
Y cada cierto tiempo, cuando creo que te has ido para siempre, el destino toca mi hombro despertando recuerdos, y se ríe mientras levanta el negro velo que oculta lo mucho que me dueles.
Y si he de ser afortunada, a veces hablo de amor, para que no se oxiden mis latidos.


jueves, marzo 04, 2010

Terremotos y réplicas

Así como mi país ha sufrido un remezón terrible, yo sufrí uno meses atrás. Y se habla de la gran réplica, que puede llegar mucho después y es casi tan fuerte como el terremoto inicial, pero es la que define el final del sismo.

Extrañas coincidencias. Horas antes del terremoto en tierra, pedí al cielo que él muriera en mi corazón, para no sentirlo ni esperarlo más. Horas después, lloraba pidiendo que estuviera bien. Luego vinieron el abrazo frío, la mirada perdida, la sonrisa inexistente... la réplica. Toda mi esperanza sepultada bajo los escombros. Mis manos extendidas, listas para reconstruir, se quedaron vacías en una invitación rechazada. No hay nada más que decir.

En mi propio terremoto, me vi forzada a devolver la llave de acceso a una vida nueva. Pero se me permitió conservar la llave del portón exterior. ¿Cuál es el sentido de tener la llave del portón si no tienes la de acceso a la casa, y esperar con frío tras una puerta que no se abrirá para compartir el calor de un hogar? Hace días me pregunté si bastaba con la propia certeza de lo que se siente por otro para seguir luchando. Hoy tengo la respuesta: no basta. La certeza propia debe compartirse y ser una con la del otro. Y estoy inmensamente decepcionada, pues siempre sentí que esta historia seguiría otro curso. Hoy, la llave del portón no está en mi poder, porque después de la réplica he decidido dejar de dormir al exterior y morirme del frío.

A veces las palabras indicadas llegan de quien menos te lo esperas, y así es como recibí un mensaje con una metáfora muy linda: imagina que tu corazón es una casa. Está bien abrir las puertas y ventanas para que circule el aire fresco. Pero al dejar la casa abierta de par en par por mucho tiempo, el polvo comienza a cubrirlo todo, el viento lo desordena y además te congelas. Entonces es necesario cerrar los accesos, limpiar todo, encender la estufa y poner a calentar el té. Ya llegará el momento en que todo esté reluciente, el ambiente templado, y el té servido. Luego invitarás a alguien (o tal vez llegue de improviso), quien sentirá el calor más acogedor, el té más reconfortante y llamará a esa casa su "hogar".

Con inmenso dolor me he encontrado con el que sentía mi hogar, con puertas y ventanas cerradas, pero aún frío y en desorden. Lo abandono para que se haga lo que sea necesario. Por mi parte, cerrado por daños estructurales. Espero no tardar tanto para una pronta reinauguración.