viernes, noviembre 30, 2007

Verano naranja...

Sí, me puse veraniega, cambié mis colores y retomé la dieta y el ejercicio que habían sido boicoteados por la obligatoriedad del sedentarismo que el estudio conlleva.

Me puse veraniega y con eso me puse coqueta, me dieron ganas de sacarme el abrigo y ponerme el bronceado, de ataviarme de rayos y ser acariciada por brisas y palmeras.

Me puse veraniega y me volvieron los recuerdos, las conquistas de verano a la espera de un corazón tibio.

Y ahora que tengo un corazón que me espera cálido y con ansias no puedo evitar reconocer que me gustaría volver a las andanzas, bañándome desnuda en el mar y pasando por "gringa", sólo por hablar en inglés con unos surfistas.

Nuestras vidas han cambiado. Ya no somos los que éramos en los primeros años de escuela pero los años sólo han servido para corroborar que así como pasa el tiempo pasan las personas, y si bien son menos de los que anhelaría, existen lazos fuertes e indisolubles que hacen más hermosa la vida.

Ahora que hemos tomado el camino de la responsabilidad y la paciencia, echo de menos la ansiedad y el arrebato sin los cuales no sería quien soy el día de hoy.

Sí, me puse veraniega y volvieron las ganas de portarme mal.
Sí, me puse veraniega y me puse melancólica.

¡Definitivamente me hacen falta vacaciones!

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