miércoles, agosto 08, 2007

"Sweet to my heart...

...medicine for my soul."
(Así dice la versión en inglés de "La Llave de mi Corazón" de Juan Luis Guerra.)

Tantas veces sentimos que quien está a nuestro lado en nuestro soporte, nuestra esencia, lo que nos mantiene vivos. Pero a veces no puedo dejar de temer en que esa medicina para el alma, que nos causa una agradable sensación de apoyo nos juegue en contra alguna vez. Es decir, hace tanto tiempo que no veo a ciertas personas que adoro y verdaderamente extraño, pero a quienes he dejado de lado por priorizar a quien me significa un motor importante en la vida. Y yo sé que no soy la única que pasa por eso, absolutamente. Al mismo tiempo que yo extraño gente por priorizar a mi pareja, mi pareja hace lo mismo con la diferencia de que él es más exigido por los suyos que yo... causándome los problemas correspondientes como el sentirme culpable por alejarlo de sus queridos o el sentirme derechamente rechazada por ser la causante del alejamiento del querido.

[Esta foto y más aquí]

Ahora, hay momentos en que siento que es tan riesgoso entregarse por completo al soporte de otro, ya que (sin afanes fatalistas) mal que mal, ¿quién nos asegura que tendremos para siempre ese soporte? o peor aún, ¿quién nos asegura que ese soporte es en efecto beneficioso y no es un efecto óptico causado por la posición de nuestra perspectiva?

En fin. El punto es que muchas veces la medicina para nuestra alma puede ser muy exquisita en momentos, pero ser un verdadero veneno en otros. Más aún como en aquellos casos de fármacodependencia absoluta que no (obviamente) prevén ni la más remota posibilidad de algún día perder el beneficio de la libre adquisición... He visto cómo eso ocurre y es doloroso, quedando no sólo en crisis de abstinencia, sino que en la más triste desolación por no tener otra alternativa de sanación que el silencio y uno mismo.
Y sanarse solo cuesta trabajo.




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