viernes, abril 07, 2006

Ironías de la Vida

Conversando con mi progenitora, recordamos con cierta nostalgia cuánto ella quería tener una muñequita Caribeña, de esas que existían en Otto Krauss en tiempos de la moda del Dondo. Yo era muy pequeña, pero si hubiera tenido el dinero, se la habría comprado para hacerla feliz.

Quién lo iba a pensar. Mi madre nunca se compró la muñeca, ni se la regalaron. Pero por esas cosas de la vida, 4 años atrás llegó una caribeña tamaño natural a vivir bajo nuestro techo. No podíamos contener cierta ilusión: ella tendría la muñeca que tanto soñó y yo tendría la hermana que tanto quise desde pequeña.

A pesar de nuestros esfuerzos, las cosas no fueron lo que esperamos. Como dice la gente, "Uno propone y Dios dispone", nosotros propusimos agrandar la familia, Dios dispuso un desafío para mantener la armonía de la misma y fue bastante dificultoso lograrlo mientras duró la tarea.

Es triste ver cómo alguien se preocupa por otro que es incapaz de apreciarlo. Es más triste aún cuando quien daña tiene tu sangre, y quien sufre es tu propia madre. Está clara mi tendencia, pero no significa que fuera fácil. En fin, como bien dice mi madre, "nadie escoge a la familia", y ella lo sabe bien pues ya ha sufrido varios malos ratos, bastantes en su inconsciente como para no querer darme hermanos.

Ya ha terminado. La muñeca caribeña pasó por esta casa, tomó lo que necesitaba y se fue sin siquiera despedirse. Ante tal desaire no pude ocultar mi desagrado.

- De qué te preocupas, si pasó por aquí como el viento, sin dejar un sólo rastro.
Mi mamá tenía razón. El viento a veces trae polvo, pero se limpia fácilmente. Los huracanes traen desgracia y destrucción, éste viento fue demasiado débil como para destrozar algo que no sea a sí mismo.

Ironías de la vida. Un objeto tan deseado se convierte de pronto en algo sin valor alguno, que no se extraña en lo más mínimo y que mientras más lejos esté, mejor. Me convencí de que mis hermanos en la vida siempre serían de corazón, la sangre es sólo el combustible para que ese motor funcione. Y también aprendí que las muñecas son más lindas cuando son de plástico y están tranquilas en un estante.

Al final de nuestro té nocturno no pude evitar preguntar:

- Y todavía te gustan las negritas?
- No, ya no. Prefiero a mi monita peluda, ella no habla, pero al menos agradece moviendo la cola.

Lo que me recordó otro dicho muy sabio: "Mientras más conozco a la gente, más quiero a mi perro".

3 comentarios:

Q@tiK dijo...

Prima:

Lo peor no es su comportamiento, sino lo que se perdió. Se perdió una familia hermosa, con ganas de querer y dejarse querer, una hermana mayor (que yo he disfrutado como hermana menor) que podría haberle enseñado muchas cosas bellas. También se perdió a la Pata... siempre he estado agradecida de su capacidad de escuchar sin críticas, una lástima que alguien que pudo tenerla las 24 horas se lo haya perdido. Se perdió un papá que más bien parece amigo y cuya ironía ha logrado influir en la mía... se perdió muchas cosas y algún día se encontrará con un bolsillo roto, vacío en recuerdos.

Muchos besos... te quiero millones!

Unknown dijo...

Mientras más conozco a la gente, más quiero a mi perro

En realidad, a veces pasa. A mí se me vino a la mente otra cosa, y es que lo que se quiere y lo que se busca no siempre son lo mismo. Claro, eso implica unas cuantas malas sorpresas (como la que ocurrió con la muñequita tamaño natural), pero por otro lado implica algo harto entretenido: que uno jamás sabe de dónde va a salir la próxima buena sorpresa. Por ejemplo, leer el blog de alguien, jejeje ;-)

La mamá de Forrest tenía razón. Life is a box of chocolates, y creo que ésa es precisamente la gracia. Vivir con la sensación de correr hacia el árbol de navidad. Y decir ante cada cosa que pasa "así que ésta era la página del libreto que me tocaba ahora".

La vida es una caja de chocolates. ¿Sabías que eso te convierte en mi bombón Garoto, corazón?

Te amo, con todo el chocolate del mundo.

Marce dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.