viernes, abril 28, 2006

¡Güashiiiiita!


No vayan a pensar luego de mi entrada anterior que soy anti-mina. Así como hay cosas de las mujeres q me dan risa, hay cosas de los hombres que me provocan cosas también. Por ejemplo, ese afán maculino por ser insuperablemente groseros cuando estan en un Club de Tobi.

Personalmente no tengo mucho problema en participar de conversaciones donde el tema central es "Pechuga y Poto", pero tengo que reconocer que es absolutamente irritante luego de unos minutos de alaridos graves de corte canino.

- Uuuuuu locooooo, ¡¿cachaste a esa mina?!
- Síiiiii compaaaaaadre las medias
gooooomas

- Y el manso cuuuuuulo vieeeejo
- Sí. Es linda ella.
- ¿Linda? ¡¡¡Es entera rica la warra!!!


Y ahí queda una. Como diría Condorito, "PLOP!" Porque los niños ya se entusiasmaron, y bueno, los dueños de los niños también (jajaja) y no hay quien los pare en esta competencia onírica por la Playmate del Mes. Mientras tanto, nosotras pelamos y vemos el catálogo de Avon.
Algunos dirían que nos molesta por envidiosas. Sí, es verdad, las mujeres somos súper envidiosas y competitivas entre congéneres, pero lo que a mí en particular me irrita es esa connotación de objeto-no-persona que se nos da.

Hay que reconocer además, que es bastante incómodo cuando ven con deseo a una pechugona (sobre todo para una que es plana, aunque mi hombre diga que le agradan mis medidas), o lo terrible que es cuando alucinan con una cintura de avispa (justo el mismo día que me deprimí porque la balanza de la farmacia me dio pésimas noticias). Nos insegurizamos no porque no estemos conscientes de lo que somos, sino porque no estamos seguras de lo que ellos quieren de nosotras.

Ahora, ¿a qué mujer no le han gritado cosas en la calle, o le han susurrado el clásico "Uhhhhhh" (o hacia adentro, el "Dolor de Muelas") al oído?. Es desagradable, y sobre todo, denigrante. Una deja de ser mujer para convertirse en una cosa provista de objetos apretables y varios agujeros penetrables. Eso es lo que disgusta.

No es que no nos guste que nos encuentren ricas. Hay que reconocerlo, a todas nos gusta sentirnos atractivas y también saber que estimulamos a nuestros hombres. Pero como lo recibamos depende de quién nos expresa sus sentimientos y por supuesto, como lo haga. Los desconocidos no tienen derecho alguno. Nuestras parejas tienen permiso (y háganlo con confianza por favor) para decirnos todo lo que les gusta de nosotras, siempre que lo hagan con respeto. Y si se van a poner cochinones, (¡sí!) sean eróticos pero nunca, nunca, nunca rascas.

Nosotras también tenemos nuestro ego.


No hay comentarios.: